Sentido y significado

EL SENTIDO DE LA VIDA

«La vida es como una puesta de sol»

La primera vez que el ser humano tomó conciencia de la puesta de sol, preservó durante siglos y siglos hasta conseguir averiguar cuál era el origen, el sentido y la explicación de tal fenómeno, científicamente probado y contrastado. Pero una vez sabido todo el significado que se halla detrás de una puesta de sol, cuando llega el momento del día en el que la puedes presenciar, poco te importa la física, la astronomía o los movimientos de rotación y traslación de la tierra. Lo que quieres es admirar su belleza, que radica en ser efímera y única; cada día el mismo proceso, pero nunca igual.

La vida nos la tenemos que tomar igual. Hay gente que se ofusca toda su vida buscando el sentido de la misma, cuando en realidad, esto es tan solo un saber que no cambiará nuestra existencia. Sabiendo esto, podemos invertir un tiempo irrecuperable en buscar sentidos, lógicas y secretos de la vida, que creemos necesitar para vivir; o podemos, simplemente, vivir, admirando cada instante de nuestra existencia, de la misma manera en la que admiramos una puesta de sol, disfrutando e intentando aprovechar cada segundo, porque sabemos que ese momento efímero desaparecerá y nunca más volverá a ser igual.

Nuestras vidas, cada día que vivimos, es único e irrepetible en toda la historia de la existencia, así como lo somos nosotras. Y mucho más allá de las explicaciones que pueda haber detrás, así como nos gusta admirar la belleza de la puesta de sol por el simple hecho de «existir» en ese espacio y tiempo, deberíamos poder admirar nuestra propia existencia por el simple hecho de «ser».

Por eso, cada día que veo una puesta de sol y pienso en los colores del cielo, los dibujos de las nubes y el momento tan bonito e irrepetible, me obligo a pensar: «lo mismo pasa en tu vida cada día».

Anna Bermúdez Sampé

Educar, enseñar, es SEDUCIR, y para seducir te tiene que gustar mucho lo que haces.

¿Qué es la vocación?

Es aquello que te hace levantar cada mañana con ganas de llegar a tu trabajo. Y enseñar, educar, no es un trabajo cualquiera.

Me dediqué a este oficio durante 38 años y nunca me faltó el entusiasmo. Estuve con Primaria, Secundaria, Educación infantil y Adultos, y en todos encontré suficientes motivos para quererlos y estar con ellos.

Nunca me faltó el ENTUSIASMO, por muy mal que estuviera. Era entrar en clase y revivía mis ganas d vivir.

Cada clase era un mundo y cada niño o niña, adolescente o adulto era un Ser Humano que traía tras de sí una mochila llena de experiencias, sueños y miedos que condicionaban su vida. Todos tenían su magia que los convertía en un ser único e irrepetible. Cada día era único.

Nunca a través de los años sentí la sensación de monotonía. No había lugar para el aburrimiento.

Como persona me rendí mil veces, pero con ellos ni una.

¿Quién iba a creer en ellos si no lo hacía yo?

Y la experiencia me dice que pueden llegar mucho más lejos de lo que ellos mismos creen. Al fin y al cabo la vida no es sólo un título de universidad, sino ir aprendiendo a vivir, a ser felices.

Yo también he ido aprendiendo y creciendo a su lado.

Para educar sólo se necesitan dos cosas: darles CARIÑO y SEGURIDAD.

Vocación es PASIÓN por lo que haces y en este oficio nuestro no hay enseñanza sin PASIÓN.

Maestra Carmen González García

Hola me llamo Leonor y me gustaría contaros mi experiencia.

Mi vida no ha sido fácil, mi primer marido me anuló por completo, yo tenía 18 años y poco sabía de la vida. Maltratador psicológico al que yo permití que me tratara como el quería. Hoy me pregunto por qué yo lo permitía. Después de un intento de suicidio lo dejé.

Abrí las puertas y encontré un mundo en el que tenía que aprender a caminar por mi misma.

A mi me habían diagnosticado fibromialgia, algo desconocido en el 95 y contra lo que tuve que luchar.

Mi único pensamiento era que a mis hijas no les faltara de nada. Yo ya hacía tiempo que dejé de tenerme en cuenta, no me escuchaba, sólo a los demás. Yo no importaba. Conocí a un hombre, busque apoyo en él y con el tiempo resultó que era él el que buscaba apoyarse en mi, pero de qué manera. Decidí echarlo de mi vida.

Seguí intentando sobrevivir por que eso no era vida. Trabajar y ni siquiera poder tener una baja, porque sino no llegaba a final de mes. No sé de dónde sacaba las fuerzas. Tenía unos bajones impresionantes a los que no podía hacer caso. Un día decidí buscar en el baile algo que mi cuerpo necesitaba y empecé a quedar con un grupo de gente. Conocí al que hoy es mi marido. Pronto estábamos viviendo juntos, pero había un problema; yo había sufrido tanto que no estaba dispuesta a sufrir más. La relación con mi marido no ha sido fácil por hábitos de él y mi súper sensibilidad, tuve varios bajones, para mí ya cualquier cosa se me hacía un problema. Toqué fondo, no quería seguir viviendo, me daba todo igual. Esta vez estaba buscando la forma mejor manera de suicidarme. Me llevaron a la mutua, quisieron ingresarme pero yo no quise. Salí de ahí comprendiendo el daño que hacía a mis hijas, a mi pareja y mi familia.

«Cojo el toro por los cuernos»

Pedí ayuda a especialistas. Empecé un nuevo camino raro para mí, porque me decían que tenía que quererme y escucharme y yo no sabía hacerlo, no lo había hecho nunca. Mi vida era por y para los demás.

Fue entonces cuando leí el libro «Los 4 acuerdos» y me pareció súper interesante e intenté ponerlo un poco en práctica. Con ayuda de mi terapeuta empecé a descubrir que tengo necesidades, que tengo que quererme y escucharme.

Para mí era muy difícil pero poco a poco iba tomando conciencia de mis necesidades!!

No es nada fácil pero se puede conseguir.

¡Son cosas tan simples que no entiendo por qué antes eran inexistentes!

Ir a la peluquería, comprarme un jersey , dar un paseo con una compañera…

Hoy sigo en ese aprendizaje, en compartir todo con mi marido, poder hablar de las cosas que nos preocupan. Estoy contenta de todos mis logros. Ahora el pozo sé que existe pero sacaré las garras para ni siquiera asomarme.

Quiero disfrutar de mis nietas, mis hija, mi marido, quiero disfrutar del aire que respiro. Veo mi futuro más claro, sé lo que quiero y lo que no quiero y sé que para querer a los demás primero tengo que quererme yo.

Gracias a los profesionales que me dieron la mano en este camino tan difícil y a vosotros deciros que no desesperéis, que se puede por muy negro que veas ahora las cosas.

Poco a poco todo irá tomando su color.

Si mi testimonio te ha servido de algo me alegro. Hoy miro el futuro con ilusión, aunque sé que jamás podré bajar la guardia y que si en algún momento lo necesito, pediré ayuda para que me den la mano para seguir mi camino del aprendizaje.

PIDO PERDÓN por el sufrimiento que he ocasionado a mis seres queridos.

Gracias a todos los que me habéis ofrecido vuestra mano en este camino.

  • Quiero quererme.
  • Quiero valorarme.
  • Quiero respetarme.
  • Quiero escuchar a mi cuerpo.
  • Quiero abrazar la vida y agradecerle todo lo que me ha dado.
  • Quiero escuchar a mi corazón y que me diga todas mis necesidades.

Intentar vosotros escucharos, es el mejor regalo que os podéis hacer.

Leonor Morales González

Ayer veía un vídeo en el que un youtuber se dejaba el alma al defenderse de una campaña de desprestigio iniciada por un examigo.

El susodicho en cuestión no dudó en utilizar todas sus herrramientas a su alcance para limpiar su nombre y demostrar que lo que se vertía desde la otra parte era sólo una sarta de mentiras cuyo único objetivo era restarle credibilidad. Las herramientas utilizadas fueron grabaciones de llamadas, mensajes de texto, de audio de whatssap y correos electrónicos en los que ambos habían participado, haciendo así a la audiencia que le escuchaba testigo de una realidad ocurrida unos meses atrás.

A la hora de dar nuestras claves de las diferentes redes sociales que tengamos a nuestra pareja o dejar que tenga libre acceso a nuestro teléfono, ¿Qué tiene que ver esto con la transparencia en las realaciones sentimentales? Pues precisamente el no tener nada que ocultar.

Dice nuestro sabio refranero popular que el que nada esconde nada teme, y la verdad es que ser transparente no es sólo un ejercicio de autoexigencia para vivir lo más apegados a la realidad, sino que hace también que tengamos una visión más cercana y consciente de lo que verdaderamente somos por dentro.

Partiendo de esta premisa y alcanzado un buen nivel de confianza en nuestro compañero o compañera de camino, ¿cuál es el problema de acceder y que acceda a toda nuestra vida íntima y digital? ¿No es acaso maravilloso vivir como un libro abierto dejando ver lo mejor y lo peor de nosotros mismos y viceversa?

Perdiendo así el miedo a sentirnos vulnerables en nuestra propia toma de decisiones y de forma de vida.

Si para mí la transparencia es un valor innegociable en pareja, ¿por qué no ofrecerla y pedírsela al otro? Aquellos que ven algo tóxico en la práctica de este valor son precisamente los que perderían mucho al practicarla o aquellos a los que los anteriores han convencido de las nuelas bondades de la misma. La línea entre lo tóxico y lo sano siempre será aquello que nos lastra y nos entristece, o lo que nos eleva y nos aporta buenas cosas en nuestro día a día.

La transparencia siempre ha sido en todos los ámbitos de nuestra vida un valor al alza ya que nos aporta tranquilidad, estabilidad y nos permite establecer un vínculo más seguro y realista con el otro, y nos enseña qué camino es en el que estamos exactamente.

Luisa Florenciano Ortega